Todos conocemos el humo de segunda mano o el tabaquismo pasivo. Es el humo que respiramos de forma involuntaria al estar expuesto a un ambiente donde otros han fumado.
Las personas que conviven con un fumador y están expuestos al humo del tabaco tienen hasta un 30% más de riesgo de padecer cáncer de pulmón. Además, aumenta el riesgo de sufrir problemas cardíacos o infecciones respiratorias, especialmente en niños.
La OMS indica que no hay un nivel de riesgo cero de exposición al humo del tabaco, por eso, conseguir Espacios Libres de Humo es básico para proteger la salud de los no fumadores, frente a los efectos nocivos del tabaquismo pasivo.
La Ley del Tabaco de 2010 eliminó los espacios de fumadores en hoteles y restaurantes, pues el humo es capaz de propagarse de unas estancias a otras.
Cuando se fuma tabaco en una estancia, se depositan residuos del humo sobre la ropa, los muebles, alfombras, tapicería del coche… pudiendo permanecer durante mucho tiempo después de que se haya terminado el cigarrillo.
Las personas no fumadoras se exponen a estas sustancias químicas al tocar las superficies contaminadas o respirar los gases que liberan.
Ésto es el llamado humo de tercera mano, ese residuo depositado y almacenado en el ambiente.
Al impregnar la piel, la ropa o las uñas, los padres fumadores exponen a sus hijos al humo de tercera mano, aunque no fumen en su presencia o en casa. Los bebés son aún más sensibles a la exposición al llevarse a la boca los objetos contaminados o gatear sobre las superficies impregnadas del residuo.
Las mascotas también se ven afectadas por este fenómeno de humo de tercera mano, pues impregna el pelaje o las plumas de nuestros peludos.
En ambientes muy contaminados como grandes ciudades o zonas industriales, este humo de tercera mano se mezcla con los contaminantes, creando nuevos compuestos tóxicos. Estos nuevos compuestos tardan mucho tiempo en desaparecer y estudios preliminares demuestran que podrían ser cancerígenos.
Es muy preocupante la baja percepción del riesgo que existe con la exposición a este humo de tercera mano, a pesar de haber encontrado restos de nicotina y sus derivados en las manos y orina de los niños expuestos.
De nuevo, tener espacios 100% libres de humo es el único método que protege al no fumador de este humo de tercera mano.
Y es importante remarcar que este problema afecta a los vapers y cigarrillos electrónicos, porque al calentar los componentes líquidos de los que están hechos, también se generan compuestos que impregnan la ropa y los muebles de casa.
El tabaquismo de cuarta mano hace referencia al impacto medioambiental y los riesgos para la salud pública de las colillas de los cigarrillos.
Se estima que las colillas tardan unos 10 años en degradarse, constituyendo la principal fuente de basura tanto en medios urbanos como en espacios naturales.
Los filtros de las colillas acumulan gran parte de los componentes tóxicos del tabaco. Al entrar en contacto con el agua de los mares y ríos pueden actuar negativamente sobre la cadena alimentaria.
Este negativo impacto se agrava por la excesiva permisividad a que las colillas sean tiradas al suelo.
Cabe destacar además que el lanzamiento de colillas es la causa directa de un porcentaje elevado de incendios forestales.
En países como Australia existen papeleras específicas para tirar colillas, y algunas ciudades contemplan sanciones por arrojar colillas al suelo.
El 6 de enero de 2023, entró en vigor en España una normativa el 6 de enero de 2023, que obliga a las tabacaleras a abonar una tasa de limpieza de las colillas tiradas en el suelo, tanto del suelo urbano como en plena naturaleza.
Y recuerda: ¡hoy es un gran día para no fumar!
Espero que te haya gustado esta entrada en el blog y que hayamos creado un poco de conciencia sobre este problema. El tabaco no sólo es malo para el que lo fuma, si no también todos lo que están a su alrededor.
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O mejor, proponerme algún tema que estés interesado sobre salud y hábitos de vida y me lo preparo para la próxima entrada al blog.
Un saludo y gracias por leerme.
Fuentes:
